La Paz, 02 de febrero (ABC).- Sé sincero y reconócelo. Alguna vez, mientras esperabas en la cola del banco, la idea ha revoloteado por tu cabeza. Te has parado a observar en qué rincones estaban las cámaras de seguridad y has intentado comprender el funcionamiento de la caja fuerte. Incluso has tratado de calcular qué cantidad aproximada de dinero podría estar esperándote en su interior. El riesgo es enorme y evidente, pero... ¿existe el atraco perfecto? ¿Es posible llevarlo a cabo? Tú apenas lo has imaginado, pero otros han dado el paso y lo han intentado de verdad.

En el blog The Richest recuerdan algunos de los mayores atracos de la historia, ordenados según la cuantía sustraída. En lo más alto del ranking colocan el golpe que dio Qusay Hussein en el banco central de Irak durante los días previos al comienzo de los bombardeos estadounidenses, en el año 2003. Claro que el segundo hijo de Saddam no necesitó un gran plan, ni siquiera armas, para llevarse unos mil millones de dólares en tres camiones con remolque. Bastó con la autorización de su padre, que todavía era el hombre más poderoso del país.

La situación de inestabilidad en Irak hizo posible también el segundo de estos robos. En 2007 desaparecieron 282 millones de dólares del banco de Dar Es Salaam, en Bagdad. Ocurrió durante la noche, con extraordinaria discreción, sin que nadie se diese cuenta. La voz de alarma no se dio hasta la mañana siguiente, cuando los empleados de la sucursal encontraron la bóveda abierta y vacía al acudir a sus puestos de trabajo. No había dinero... y tampoco estaban los guardias de seguridad nocturnos, sobre quienes recayeron todas las sospechas.

El atraco que ocupa la tercera posición se produjo en Beirut (Líbano) y se necesitaron varios días para ejecutarlo. Lo primero que hicieron los ladrones fue entrar en una iglesia para agujerear la pared que compartía con el Banco Británico de Oriente Medio. De ese modo, los miembros de la Organización para la Liberación de Palestina pudieron llegar hasta la caja fuerte y hacerse con el que en la época fue el mayor botín de la historia, que hoy tendría un valor de unos 210 millones de dólares.

También en Europa se han producido asaltos dignos de película. Uno de ellos lo lideró el italiano Valerio Viccei en el depósito de seguridad de Knightsbridge, en Londres, en julio de 1987. Utilizó una estrategia de lo más tradicional: entró en el lugar armado hasta los dientes, cerró las puertas para trabajar a sus anchas y tomó rehenes entre el personal. Su banda llegó a huir de la escena del crimen con 60 millones de libras... pero Viccei fue atrapado cuando se dejó ver de nuevo en Inglaterra, tratando de enviar su Ferrari a Sudamérica.

Requirió mucho más trabajo el plan para desvalijar el depósito de Securitas en Kent (Inglaterra), en febrero de 2006. Los atracadores secuestraron primero al director de la sucursal y a su familia, haciéndose pasar por policías para engañarles. Tras asegurarse su colaboración viajaron hasta el depósito y se hicieron con más de 90 millones de dólares; y antes de abandonar el lugar, dejaron a los rehenes encerrados en las cámaras de seguridad. Parecía un plan perfecto... pero también sobre ellos acabó cayendo el peso de la ley.

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