Eternos retornos hacia el Vivir Bien
Felizmente siempre hemos tenido lo nuestro. La ilusión y esperanza del Vivir Bien. No como un fetiche humano y central mercantil; sino como parte de la naturaleza, conviviendo y cuidando la naturaleza.

Ante la descomunal crisis existencial de occidente, que se desahoga destruyendo el mundo y asesinando inocentes; pero que también es crisis sistémica de la modernidad que había ofrecido cielo y tierra a la humanidad; y sólo da sufrimiento y más colonialismo. Los bonitos escritos de desarrollo, progreso, capitalismo, tierra prometida del tiempo lineal, están quedado en los museos de la historia. Ya no tienen contenidos y no pueden prometer nada sino muerte y destrucción: Gaza.
El desconsuelo de las nuevas generaciones, los jóvenes que no tienen futuro alguno porque los politiqueros sólo ofrecen palabras occidentales huecas e hipócritas. Es ciertamente un desconsuelo histórico, un desconcierto que provoca una profunda incertidumbre en las nuevas generaciones.
Las drogas, el alcoholismo, la destrucción familiar y el dolor humano son los factores sociales que se han disparado en estas épocas crueles. Resultados de la llegada del futuro ansiado; ese futuro tan impostor como el pasado. Todavía peor: sin presente ni futuro con condiciones de sueño y realización. El fracaso educativo, es decir de los sistemas educativos que no ofrecen nada sino más dolor e incertidumbre, porque repiten los estribillos de la educación tradicional que occidente impuso.
Como en todas las épocas de crisis profunda, existencial y sistémica, tenemos la oportunidad de vernos a nosotros mismos. A las potencialidades existenciales y reales que tenemos desde siempre; pero que nos quitaron y quisieron destruirlo desde el siglo XVI. Esos sueños que se quedaron en aquellos siglos antes de la llegada de occidente. En aquellos sistemas sostenibles y reales, que respondían a nuestras realidades. Que funcionaron durante miles de años.
Esos sistemas, de lo que algo queda en las huellas de la música, de las costumbres, de los ritos, de las reciprocidades económicas. De la naturaleza en lo poco que queda, pues también destruida por el sistema salvaje del capitalismo. Sistemas ancestrales que requieren ser reconstruidos, sistematizados y puestos a funcionar como alternativas a la destrucción actual de occidente.
Son enormes tareas intelectuales, espirituales y sistémicas. En conjunto puede ser el Vivir Bien. Como un juego nuevo de ajedrez, que nada tiene que ver con la destrucción actual que deviene desde el siglo XVI. El Vivir Bien como alternativa a la maquinaria de la matanza humana, del pensamiento moderno y capitalista actual. Esa maquinaria que está matando cotidianamente a los jóvenes, a sus almas, a sus espíritus en esa competencia desleal por la acumulación originaria de capital al infinito.
Pero antes tenemos que curar las heridas terribles que está dejando este sistema cruel, de la revancha y la muerte. Heridas en el profundo del alma humana. Porque han podrido todo: lo moral y ético. Lo han destruido. Ese proceso tiene que ser colectivo, no individual, porque venimos de ancestros comunitarios no individualistas. Procesos que requieren más sabiduría que conocimientos científicos, pues vemos que lo científico tiene sus límites.
Mientras el norte educado, cavernario y civilizado quiere guerra y muerte nuclear, nosotros tenemos que seguir la consigna de continuar con la vida, en conjunción de la naturaleza y todo lo que nos rodea desde siempre. No rebajarnos a la maquinaria perversa del norte. A esa forma en donde todo lo han mercantilizado, todo lo han convertido en número y economía hasta la vida misma. No rebajarnos a esa matanza de la vida, matanza del espíritu humano que está destruyendo millones de vidas jóvenes todos los días a lo largo del mundo. Porque lo civilizado sólo ha demostrado ser lo más retrógrado y anti humano, como resultados después de siglos de desarrollo y progreso infinito.
Felizmente siempre hemos tenido lo nuestro. La ilusión y esperanza del Vivir Bien. No como un fetiche humano y central mercantil; sino como parte de la naturaleza, conviviendo y cuidando la naturaleza. Naturaleza que está siendo destruida por los monstruos de las mentalidades civilizadas mercantiles, de las economías de acumulación al infinito.
En estas épocas turbulentas; pero también de transición, tenemos que cambiar de chips mental hacia el Vivir Bien. Pues las evidencias monumentales del rotundo fracaso del pensamiento mercantil occidental, moderno, desarrollado y civilizado debería recomendarnos volver a las raíces humanas y con vivenciales de hace miles de años. Sería muy tonto no reaccionar ante la hecatombe y cataclismo actual.
Si las oportunidades en crisis son reales, es el momento preciso de reaccionar ante los acontecimientos mundiales, donde los monstruos mercantiles y anti humanos del pensamiento occidental destruyen el presente y futuro de la humanidad. Cambiemos totalmente de chips en nuestras mentes. Para salvarnos de la tragedia existencial del sistema; para ayudar a salvar vidas de millones de jóvenes que por ahora no tienen futuro alguno en este sistema. Y que están siendo destruidos cotidianamente con la desesperanza, con la muerte, con el sufrimiento cotidiano, con el engaño de acumulación económica al infinito que nunca tendrán.
Cierto, la experiencia nos dice que no seamos ingenuos ante el sistema. Es poderoso, cruel, engañoso, ofrece mucho oro y poder. Es corrupto por esencia. Ofrece espejitos brillantes para el triunfo y la gloria; pero el precio que los humanos pagan es enorme: muerte, desolación espiritual, destrucción humana y sufrimiento al infinito. No tiene sentido alguno.