Opinión
Imagen de Max Raúl Murillo Mendoza
Max Raúl Murillo Mendoza
17/07/2025 - 15:42

Víctimas de las dictaduras sin justicia

Por ahora, sólo queda seguir recordando el sacrificio de bolivianas y bolivianos, en aquellas épocas oscuras y sanguinarias, que entregaron sus vidas y la de sus familias, por el bien de la Patria.

El 17 de julio de 1980 se producía uno de los golpes de Estado más criminales, sangrientos y corruptos de nuestra historia. Producto de esa aventura criminal, de los herederos de Banzer, miles de bolivianos tuvieron que salir del país al exilio, cientos fueron torturados, asesinados, mujeres mancilladas, campamentos mineros atacados y bombardeados como si se tratara de territorios enemigos. Los documentos de las víctimas son testimonios contundentes.

Sin embargo, la democracia boliviana tiene como herencia un sistema de justicia inútil, sin sentido, cobarde y cómplice con las dictaduras militares. Nada, absolutamente nada se ha hecho por las víctimas de las dictaduras militares. Muchos ya han muerto, cargando la bronca y el desánimo generalizado por la total ausencia de justicia de la democracia boliviana, por la que los pobres dieron sus vidas para su recuperación; pero que como siempre las burocracias q´aras nada han hecho después por los pobres.

De nada sirven los discursitos hipócritas en cada aniversario de los golpes de la muerte. De nada sirven investigaciones, leyes o decretos en nombre de las víctimas, que sólo dan espacios a burocracias inútiles y sin resultados palpables en favor de las víctimas. Millones de dólares en gastos inútiles. Pues el sufrimiento de miles y miles de familias, que esperaron tantos años con alguna esperanza al menos de reconocimiento, ya no tienen que esperar nada del sistema de justicia de Bolivia.

Ante la inutilidad del sistema de justicia boliviano, respecto de todo; pero en este caso respecto de las víctimas de las dictaduras, la sociedad civil tiene que buscar alternativas internacionales. Pues la complicidad de los abogansters del sistema de injusticia de nuestro país, nada harán por las víctimas como nos muestra la historia reciente.

Dichas alternativas internacionales, se pueden habilitar porque los países vecinos como Argentina y Chile, tienen enormes experiencias en estos campos. Esos países juzgaron a los dictadores y sus compinches ya a los inicios de sus procesos democráticos. Todo lo contrario en nuestro país. Les llevaron a las cárceles, a cientos e incluso miles de torturadores. Los Estados reconocieron a las víctimas de distintas maneras. Se hicieron museos de la Memoria, para que las nuevas generaciones conozcan las atrocidades de sus historias.

Las víctimas de las dictaduras, sus herederos, nietos o bisnietos, ya no tienen que esperar nada de nuestra podrida y cómplice justicia con las dictaduras. Las alternativas para buscar justicia son variadas; pero, sobre todo, son las experiencias de los países vecinos mencionados, donde se podría buscar algo de justicia internacional. Y que al menos los nietos, bisnietos y descendientes de las víctimas sientan que en el mundo, fuera de Bolivia, se podría enmendar en algo tanto sufrimiento: por la Patria y la democracia.

La sangre, la muerte, las torturas y el inmenso sufrimiento de bolivianos, no implica nada para las burocracias insensibles y q´aras, de la justicia boliviana. Son sólo cifras y números, muertos que les han dado trabajo y puestos burocráticos. La sangre y muerte de la Bolivia profunda, nada dicen a los que se beneficiaron de esas muertes.

Pero, tiene que estar claro, que la Memoria de aquellos hechos jamás se borrarán, aun la inutilidad y complicidad del sistema de justicia con las dictaduras. La Memoria de los muertos, torturados, mujeres mancilladas y miles de exiliados, son patrimonio de la Bolivia profunda. De la historia de los pueblos que seguirán luchando por hacer de nuestro país más justo, más democrático y ojalá con un nuevo sistema de justicia realmente boliviano.

Por ahora, sólo queda seguir recordando el sacrificio de bolivianas y bolivianos, en aquellas épocas oscuras y sanguinarias, que entregaron sus vidas y la de sus familias, por el bien de la Patria. Para que las nuevas generaciones vivan en mejores condiciones democráticas. Recordar que esas miles y miles de familias concretas, siguen abandonadas y esperando al menos un reconocimiento de nuestro Estado.

Pues sí, todavía la historia tradicional se repite muy a pesar de la democracia: que los más pobres entregan sus vidas y sangre, para que unos burócratas se aprovechen de las oficinas del Estado. Esa historia tradicional que sigue nomás vigente, en el sistema de justicia boliviano, como continuidad de la colonialidad.

La sociedad civil tiene otro desafío, respecto de las víctimas de las dictaduras militares, que es la de salvaguardar la Memoria de quiénes lo han dado todo por el país. Pero que el sistema judicial simplemente no hará nada por esa Memoria. Hay que salvaguardar no sólo en los discursos de hora cívica, sino en instituciones concretas donde realmente estén reconocidos por siempre.

Por ahora, el olvido de la Memoria y la continuidad de la colonialidad sigue condenando a las víctimas de las dictaduras. La sociedad civil tiene que recordar a los héroes verdaderos de la democracia, para salvaguardar lo más patriótico que la Bolivia profunda sigue entregando a la historia real de Bolivia.

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2911653. Correo: info@gen.com.bo