Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
16/06/2025 - 18:45

No aprendemos las lecciones

Hoy hay que volver a reconstituir todo. Desde las perspectivas de inclusión económica y social, desde las perspectivas de hacer de este país más justo, más democrático, más solidario y menos capitalista salvaje.

Los mineros y campesinos en armas, triunfantes de la revolución de 1952, entregaron ese poder a uno de los partidos políticos más corruptos de nuestra historia: MNR. El Movimiento Nacionalista Revolucionario, no sólo boicoteó y destruyó aquella revolución, sino que demostró ser absolutamente corrupto en el ejercicio del poder. Sus caudillos, que eran varios, dividieron ese partido en función de sus intereses, así siguieron la destrucción de nuestro país manejando a su antojo personal.

En ese proceso, desde las cúpulas movimientistas estatales, corrompieron a todos los dirigentes campesinos e incluso dirigentes sindicales mineros. En suma, fue un partido esencialmente corrupto. Poco después, en 1964, entregaron el proceso de la revolución a las fauces de la dictadura militar. Nuestras riquezas a los imperios a disposición.

De esa manera, Bolivia siguió nomas en la costumbre de ser pobre, dependiente y muy dependiente económicamente. Aquel proceso destruido por el MNR, significó un retroceso social y económico para todo el país, que tuvo que esperar hasta 1982 para volver a empezar de cero a reconstruir Bolivia. Sin embargo, el movimientismo ya estaba en filas del neoliberalismo más estricto, y con ese sistema destruyó lo poco que había de las empresas del Estado. Lo poco y valiente que quedaba del proletariado minero también murió, con el golpe de la relocalización, es decir despido de 30 mil mineros.

Muchos años después el pueblo boliviano se volvió a recuperar, iniciando otro proceso social en 2005. Pero, sin aprender de las lecciones del pasado, se dejó este proceso en manos de otros caudillos igual de corruptos, como de destructores del patrimonio del Estado. Pues, la desilusión de las bases, de gente que confió en el proceso y de organizaciones de todo el país, tiene ahora que tragarse otra vez errores de las cúpulas partidarias, que no entendieron el proceso ni estuvieron a la altura de las condiciones que exigía dicho proceso.

Lo grave de estos fracasos lo pagan siempre los más pobres y humildes. Aquellos que solo apoyan con el voto y la solidaridad en marchas. Errores que se analizan muy poco en las cúpulas siempre ciegas y esquizofrénicas de triunfo. Corrupción de por medio, costumbre muy arraigada en las cúpulas partidarias, las élites pues ya están enriquecidas y poco les interesa del futuro de los demás.

La crisis no es sólo económica, lo más grave: es una crisis de valores, es una profunda crisis moral y ética. Las cúpulas partidarias son corruptas directamente o por omisión que es lo peor. Es una crisis donde los más maleantes pueden discursear de revolución; pero sus prácticas son absolutamente corruptas. El divorcio entre la palabra y la acción es característica de estos días tristes y totalmente anti bolivianos.

Hoy hay que volver a reconstituir todo. Desde las perspectivas de inclusión económica y social, desde las perspectivas de hacer de este país más justo, más democrático, más solidario y menos capitalista salvaje. Los fracasos tienen que enseñarnos, las experiencias pasadas son demasiado duras, en sentido de repetir precisamente fracasos anteriores, en la ausencia de democracia interna, en la ausencia de líderes que realmente escuchan a las bases, en las enfermedades totalitarias donde unos cupulares deciden todo al margen de los análisis y consultas a las bases. En definitiva, tenemos que volver a entregar la confianza a las bases, a quiénes sólo desean certidumbres, seguridades de un país que hoy por hoy no nos asegura en nada, ni siquiera en la sobrevivencia del día siguiente. Seguimos nomás en la brutal costumbre de la inseguridad total en todos los campos posibles de este rico, de este bello y maltratado país.

Pues sí, tenemos que volver a reconstituir los tejidos sociales también maltratados, volver a construir sistemas educativos realmente competitivos, que nos saquen del mundo mediocre e ignorante en el que nos movemos, donde los politiqueros aprovechan esa inmunda mediocridad sólo para beneficiarse y beneficiar a sus grupos delincuenciales afines. Pues sí, tenemos que volver a caminar en la senda de soñar con la Bolivia profunda; donde todos nos beneficiemos de las riquezas del país.

Como vemos cuesta mucho aprender de las lecciones del pasado. Nos cuesta demasiado contar con líderes realmente patriotas, profundamente democráticos, éticamente calificados para emprender cruzadas por mejorar las condiciones económicas y sociales de los bolivianos. Nos cuesta ser sostenibles en el mediano y largo plazo. Los politiqueros solo piensan en lo inmediato, en la sobrevivencia humillante del país.

Sin embargo, sin tejidos sociales fuertes y comprometidos profundamente con la historia del país, no lograremos salir adelante. Seguiremos nomás repitiendo errores por los siglos de los siglos.

Aprender de las lecciones del pasado, tiene condiciones claras. Volver a organizarnos para fortalecer los tejidos sociales: clases sociales, comunidades ancestrales, regiones. Sobre la base de la solidaridad y el fortalecimiento de nuestros tejidos sociales. Curando cicatrices y dolores históricos como son los caudillismos, la enfermedad corrupta del patrimonialismo, la corrupción y ausencia del sistema de justicia. En suma, la falta de patriotismo y visión de país sostenible y justo.

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